El futuro de la educación superior es una discusión global que se ha intensificado en distintas
latitudes, estimulada por los desafíos de la época. Los diversos enfoques y miradas, a veces
contrapuestos, acerca de como reconceptualizar en forma significativa el papel de la educación
superior del futuro, dan cuenta de la dependencia que el tema tiene de las visiones y posturas
ideológicas existentes en la sociedad, pero también de las coincidencias respecto de los desafíos
que la era digital imprime a la educación, destacando la preocupación por la ecología, la
tecnociencia y el desarrollo humano.
El título de la columna es ambicioso, pero es una pregunta determinante para pensar el sentido de
la educación superior, y nos permite allegar elementos y sumar preguntas. Al reflexionar sobre el
futuro de la educación superior, nos interrogamos por el horizonte y la carta de navegación que
hemos seguido hasta ahora. Las orientaciones estratégicas, las decisiones de política pública y los
resultados obtenidos han configurado un camino que, si bien ha significado avances, también
encierra vacíos y un posible desacoplamiento con las necesidades de la sociedad chilena.
El objetivo de una carta de navegación es definir el rumbo y la distancia para ir de un punto a otro,
eludiendo los peligros que la misma carta logra identificar. Nuestro sistema de educación superior
se masificó sobre la base de becas y créditos estatales con una oferta y demanda liberada a las
fuerzas del mercado. Las IES compiten entre sí por la captación de estudiantes y fondos de
financiamiento público y privado. La oferta académica se congrega en los tres grandes centros
urbanos y en las capitales regionales, es predominantemente privada y el nivel de acreditación
alcanzado condiciona el acceso al financiamiento del Estado. Las carreras online no tienen
financiamiento público.
El subsistema técnico-profesional busca promover el reconocimiento de trayectorias laborales y
académicas, avanzar en la construcción de los marcos de cualificaciones y en la nueva estrategia
nacional. La composición de la matrícula es diversa, pero está altamente concentrada en cuatro
IES de carácter nacional. A su vez, se ha cerrado un número no menor de CFT privados de carácter
local y, simultáneamente, la política pública ha impulsado la creación de CFT estatales desde la
provincia y con sello regional.
El subsistema universitario ha tenido mayor estabilidad en el número de instituciones y es también
mayoritariamente privado. La composición de su matrícula está más segregada en relación con el
tipo de universidad. La estructura organizacional sigue siendo en gran parte funcional a una
tradición del siglo pasado, dificultándose las posibilidades de articulación transversales
colaborativas tanto al interior como entre las distintas IES. Cabe preguntarse si la racionalidad del
financiamiento de la investigación y la producción del conocimiento académico, sumergido en una
cultura indexada, favorece o limita el desarrollo del pensamiento.
Algunas preguntas elementales; ¿estamos satisfechos con el rumbo de la educación superior?, ¿los
jóvenes, trabajadores y profesionales que han transitado por el sistema de educación superior se
sienten preparados para enfrentar un mundo cada vez más incierto?, ¿cómo contribuye nuestro
sistema de educación superior al desarrollo país?, ¿podrían las IES elaborar planes conjuntos y
flexibles para la formación de los distintos niveles y en las áreas estratégicas para el desarrollo
país?, ¿las becas de postgrado en el extranjero o la beca vocación del profesor están rindiendo los
resultados esperados en el país?, ¿cuáles son los tipos de conocimiento, destrezas y valores
necesarios para encarar el futuro?
El desarrollo del país enfrenta desafíos trascendentales relacionados con la sustentabilidad y
cuidado del medio ambiente, la convivencia cívica y el fortalecimiento de la democracia, la
creación de conocimiento propio, el desarrollo tecnológico y la innovación. La educación superior
es estratégica para el desarrollo cultural, social y económico del país, así como para una inserción
relevante y significativa en el mundo globalizado. El futuro de la educación superior exige una
mirada sistémica que promueva la colaboración, la creación de espacios de innovación y
flexibilidad con liderazgos comprometidos.
La pandemia ha delineado un nuevo escenario para el desarrollo de la educación superior y es
conveniente preguntarse si el financiamiento público no debiera estar más alineado a las áreas
estratégicas del desarrollo país, en anclaje con las oportunidades globales, el desarrollo de las
ventajas comparativas y la solución de necesidades que urgen en la sociedad y que, por cierto,
contribuyen a fortalecer nuestra cohesión social.
“No hay nada peor que responder bien una pregunta incorrecta”, señala el arquitecto Alejandro
Aravena. ¿Habremos hechos las preguntas correctas para comprender las perspectivas y los
desafíos que enfrenta el desarrollo de nuestro sistema de educación superior? Asimismo, ¿la ley
de educación superior gozó de una reflexión sustantiva sobre el sentido de la educación que
estuviera inspirada, por ejemplo, en el pensamiento pedagógico de Gabriela Mistral o en el
pensamiento filosófico de Humberto Maturana?
Nuestro sistema de educación superior debiera avanzar en una planificación estratégica a diez y
veinte años, que permita profundizar en el desarrollo de los ámbitos productivos, sociales y
culturales claves para el desarrollo país. Desde la consideración del desarrollo económico, debería
privilegiar la energía solar, la disponibilidad de recursos hídricos, la conectividad física y digital, la
minería, la agricultura, la acuicultura, la silvicultura, el turismo de intereses especiales, la logística,
la astronomía y la investigación en la antártica.
La reducción del carácter burocrático junto con el impulso de la creatividad y la colaboración son
hoy, una necesidad para la credibilidad y sustentabilidad de nuestro sistema de educación
superior. La transformación digital acuna un nuevo modo de vivir caracterizado por el cambio
constante, la incertidumbre y las innovaciones disruptivas, por lo tanto, tal como señalara Albert
Einstein “si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.
Mauricio Berríos Rodas.
Sociólogo. Magíster en Gobierno y Políticas Públicas.